Thursday, September 18, 2008

Ya ni eso


En alguna ocasión, un sacerdote con inclinaciones izquierdistas dijo en una homilía en misa, que "aquí no salimos con miedo de ver estallar una bomba".  Pues bueno, eso se acabó.

Durante años, escuchamos a todo tipo de tipejos, desde el nazi Manuel Bartlett hasta el Capulina Beltrones, defender políticas fracasadas, arguyendo que al menos tenemos tranquilidad.  Ya no hay tal.

Desde 2001, todo tipo de cucarachas intelectuales se colgaron del terrorismo para denostar a Israel, Inglaterra o España (la de Aznar, obvio), con el estúpido consuelo de que "al menos aquí no pasa eso".  Ya sucedió

¿Ahora qué, señores?  ¿Viene la excusa idiota de que esto nos sucede por ser "neoliberales" (whatever that means)?  ¿Vamos a reaccionar con el sindrome del niño golpeado y decir -como lo dijo German Dehesa hace 7 años- que debemos pedir perdon por "el terrorismo del capitalismo salvaje"?

No falta la leyenda absurda e insultante de que uno de los terroristas antes de arrojar la granada murmuró "Perdón".  Bullshit!  El animal que asesina inocentes de esa manera no cree, ni merece el perdón.  Hablo del perdón corporal, el perdón divino, Dios sabrá si se lo da, pero ante la sociedad tiene que pagar, y muy caro, por su crimen.

¿Qué excusa se van a inventar ahora, para dejarse de payasadas y ponerse a trabajar?

¿Que vamos a hacer nosotros?

Primero que nada debemos de exigir que todos estos actos sean EXTERMINADOS.  Si señor... exterminados por completo.  Ya estuvo bueno de que solamente el 3% de los delitos se denuncien.  Si es necesario atiborrar los ministerios públicos, así hacerlo.  ¿Se pierde tiempo?  Si, y mucho, pero si no lo hago, entonces le doy mi aval al crimen, y eso si no puedo permitírmelo.

Y es necesario que el criminal tenga miedo... no, miedo no.  Es necesario que tenga auténtico TERROR de regresar a la carcel.  Nada mejor para reformar a un criminal que 8 horas con zapapico en mano cavando trincheras al rayo del sol, y sin salario.

Y basta de tonterias de pacotilla, como proponer un diálogo.  No se trata de un asunto de clemencia o humanismo.  Estamos hablando de ejercer la legítima defensa.

El dios Plutón de los romanos era terrible, pero JUSTO.  Llegó la hora de serlo.

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